Doble lenguaje orwelliano: mientras Europa se ha “liberado” de la dependencia del gas ruso, se ha visto obligada a importar gas natural licuado de EEUU a precios tres o cuatro veces más caro. La desindustrialización de Alemania y su servilismo a Estados Unidos, está empujando a Europa al abismo
Michael Hudson, Counter Punch
El desmantelamiento de la industria alemana desde 2022 es un daño colateral en la guerra geopolítica de EEUU para aislar a China, Rusia y los países cuya creciente prosperidad y autosuficiencia se considera un desafío inaceptable a la hegemonía estadounidense. Para prepararse para lo que promete ser una lucha larga y costosa, los estrategas estadounidenses tomaron una medida preventiva en 2022 para alejar a Europa de sus relaciones comerciales y de inversión con Rusia (atentado a los gasoductos Nord Stream). De hecho, pidieron a Alemania que se suicidara industrialmente y se convirtiera en una dependencia de EEUU. Eso convirtió a Alemania en el primer y más inmediato objetivo de la Nueva Guerra Fría de EEUU.
Al asumir el cargo en enero de 2021, Biden y los servicios de seguridad nacional declararon que China era el enemigo número uno de EEUU y consideraban su éxito económico una amenaza existencial a la hegemonía estadounidense. Para evitar la inversión europea en China, mientras construía su propia defensa militar, Biden buscó encerrar a Europa en la órbita económica de EEUU como parte de una campaña para aislar a la República Popular China y a sus partidarios, con la esperanza que esto perturbaría sus economías, creando presión para que los países abandonaran la creación de un nuevo orden económico multipolar.